COTORRA ARGENTINA
En Madrid se ha afrontado esta cuestión, problema que no era ninguna novedad y que se giraba la cabeza hacia otro lado, cuando, después de los planes de control y su correspondiente aprobación, la calculadora política salía a relucir. Lo de casi siempre, porque excepciones, afortunadamente las hay, como estos días estamos viéndolas en Madrid.
Qué la "Myiopsitta monachus" es un ave precioso, es una realidad, qué molestan sus ruidos es cuestión de ser objetivos o, simplemente preguntar a los vecinos. Qué es un animal alóctono, sí, de la misma Argentina. Qué desplaza a los autóctonos, sí, la picuda puede más que, por ejemplo, la torcaz. Qué incide en la flora, poco que objetar. Qué no hay control sobre animales que viven hasta unos veinticinco años, desde luego. Qué el experimento de traer al "lorito" a casa y luego no aguantarlo, para terminar soltándolos donde no es su hábitat ha sido devastador, pues sí, enhorabuena aquellos amantes de los animales que fueron pioneros en esta sinrazón.
Hay gente que puede estar a favor, en contra o simplemente no importarles lo que es la caza. Pero seamos racionales, eso que se nos presume, y no nos quedemos con el "hay cadáveres de cotorras", como si de un mundo ideal disfrutásemos.
En Madrid existe un problema, por cierto, provocado por la invención del humano de intentar hacer hablar a estas cotorras. Quizás ahora tengamos que llevarlas al logopeda.
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