lunes, 29 de abril de 2019

De barrera a barrera

Jaime Valladolid.
Hoy entrevistamos a Jaime Valladolid,que nos da su particular visión sobre la actualidad de la caza, y nos muestra sus servicios el ámbito jurídico cinegético.

TC. Muy buenas Jaime, cuéntanos de ti. ¿De dónde eres? 

Muy buenas. Soy nacido y criado en Guadalajara capital, aunque con raíces familiares en un pueblo de La Alcarria.


TC. Tu afición a la caza, como a tantos, viene de bien pequeño. ¿Quiénes son tus maestros? 

JV. Efectivamente, desde muy pequeño siempre me he sentido atraído por el campo y por las actividades que tradicionalmente se han venido desarrollando en el mismo. Sin duda, fue mi padre quien me inculcó valores tales como el respeto al medio ambiente o la importancia que ha de dársele a la caza, la ganadería, la agricultura y, en general, a nuestro mundo rural. Sin duda, esas son las aptitudes que desde niño llevo grabadas a fuego en mi mente: respeto y reconocimiento. Y también, dicho sea de paso, las que ahora pretendo transmitir a mi hijo.


TC. ¿Cuál es la modalidad cinegética que más te gusta?

JV. La caza más pura, tradicional y salvaje. Sin penarlo demasiado, me quedo con la caza menor al salto acompañada de mi fiel perra. En la mayor, practico habitualmente el rececho de corzo. Para mí, la patirroja y el duende del bosque son dos especies mágicas.


TC. Como abogado especialista en el sector cinegético. ¿Crees que en la actualidad hay mecanismos legales para poner freno al acoso en redes que sufren los cazadores?

JV. Considero que, del mismo modo que han cambiado los medios a través de los cuales se realizan este tipo de conductas deleznables, es necesaria una evolución o adaptación de los mecanismos jurídicos y legales tendentes a: 1.- la prevención de su comisión; y 2.- su localización, persecución y, por supuesto, castigo. Sin duda, ello pasa por la modificación de nuestro Código Penal -en relación con los delitos de incitación al odio o a la violencia- y de nuestra Ley de Enjuiciamiento Criminal al objeto de que este tipo de hechos no queden impunes y encuentren su merecido reproche social. No es ni lógico ni jurídicamente procedente que calumniar, injuriar o amenazar a una persona por practicar una actividad totalmente legal no sean conductas con relevancia punitiva. Esta lamentable circunstancia consigue, precisamente, el efecto contrario al deseado: conscientes de que vejar o denigrar a nuestro colectivo “sale gratis”, los sujetos que persiguen la consecución de unos oscuros propósitos no cesan de inundar las redes sociales de insultos, blasfemas y descalificaciones contra cazadores.


TC. ¿Nos puedes dar una pincelada sobre qué pueden hacer los cazadores de cara a esa presión tecnológica?

JV. En primer lugar, sobre todo es fundamental no “entrar al trapo”. Por supuesto, si la cosa se pone fea, recibimos amenazas reales y sentimos temor de que puedan llegar a cumplirse, debemos poner estos hechos en conocimiento de los agentes de la autoridad inmediatamente. De este modo, formularemos la correspondiente denuncia aportando el mayor número de datos posibles de los que dispongamos en relación con su autor o autores (nombre, apellidos, perfil de la red social, fotografías, domicilio, etc..). 


TC. Has trabajado y colaborado en diferentes medios del sector. ¿Cómo ves la salud actual del global de medio?

JV. Me entristece muchísimo presenciar la situación por la que está atravesando el periodismo en general y los medios del sector cinegético en particular. Desgraciadamente, han sido muchas las víctimas que se ha cobrado una crisis económica que, en el caso concreto de los medios de comunicación, vino precedida de una grave depresión cuya cura todavía no ha sido descubierta a día de hoy. Sinceramente, creo que es inevitable un cambio de rumbo que pasa por ofrecer una información veraz, de calidad, inmediata y en la que entre en juego la interactividad y bidireccional con el público receptor.


TC. ¿Nos relatas brevemente ese lance o vivencia cinegética que más te haya marcado?

JV. Con vuestro permiso, voy a hacer una pequeña trampa: me quedo con dos. El primero, un lance sobre un corzo en compañía de mi padre. En las postrimerías del periodo hábil de caza de esta especie, buscaba ese bonito ejemplar que, cual fantasma, apareció por sorpresa de la nada. Plenamente consciente de nuestra presencia pero fingiendo no habernos visto, se fue alejando loma arriba mientras pegaba alguna dentellada a los arbustillos en los que, a paso lento, iba encontrando refugio en su sigilosa huída. De pronto, pensé que debía intentarlo, aunque estaba a unos 250 metros de distancia. Me apoyé bien y adelanté ligeramente el visor hacia la zona en la que previsiblemente se detendría para continuar con su “función”. De pronto, apareció y, efectivamente, se paró justo en medio de la cruceta. Fue un disparo muy certero, aunque mi padre no estaba muy convencido de ello. Guardo un muy buen recuerdo de esta imborrable vivencia… En segundo lugar, y aunque bastante más reciente, elijo el primero de los lances que viví junto a mi hijo. Desde hacía bastantes meses me venía dando la matraca porque estaba empeñado en acompañarme como morralero. Y encontré en una jornada estival de media veda a las palomas una ocasión idónea para ello. Sin duda, me quedo con la ilusión con la que vivió aquellos días previos a la llegada a tan ansiada cita. Y también con el momento en el que, tras llegar “bolo” a casa, me dijo: “Papá, así es la caza. Si no, no sería caza. ¿Cuándo puedo volver a acompañarte?”. 


TC. En la actualidad se tilda a la caza de no estar dentro de los gustos de los más jóvenes. ¿Cuál sería tu alegato? 

JV. Efectivamente, considero que esa es la triste realidad. ¿El motivo? El desconocimiento total de todo lo que “huela” a campo. ¿Cuántos adolescentes saben que los olivos se ordeñan o que las ovejas se purgan? Y yendo un poco más allá: ¿cuántos serían capaces de diferenciar un conejo de una liebre o un corzo de un ciervo? Difícilmente puede gustarte algo que desconoces. Mentiría si dijese que soy amante del pádel, pues lo cierto es que no sé ni cómo se coge una pala. Creo que éste es uno de los principales escollos que debemos superar para acabar con el Sambenito colgado sobre la caza: dar a conocer a la sociedad la verdadera idiosincrasia de la actividad cinegética. 


TC. Háblanos de la web www.jaimevalladolid.es

JV. Es un ambicioso proyecto que pusimos en marcha hace unos meses y que pretende ser una herramienta comunicativa para que, por un lado, estemos informados de los principales acontecimientos y novedades jurídicas que afecten a nuestro mundo rural y, por otro, encontremos amplios artículos sobre cuestiones legales que nos sean de utilidad en la práctica de las actividades del sector agrario. En el caso de la caza, por ejemplo, se resuelven muchísimas dudas que a menudo suelen suscitarse cuando salimos al campo: ¿está permitido el uso de atrayentes?, ¿qué tipo de reclamos pueden utilizarse?, ¿cómo debo precintar las piezas de caza mayor abatidas?, etc.
Además, también se ofrece un servicio de asesoramiento directo con quien así lo requiera a través de la cumplimentación y posterior envío de un sencillo formulario en el que el usuario puede realizar las preguntas que considere pertinentes.
Para ello contamos con un gran equipo de profesionales –periodistas y juristas- que mantienen informados día a día a los usuarios de la web y les ofrecen una rapidísima respuesta a las cuestiones planteadas.
Pese al poco tiempo que lleva en marcha, el portal está teniendo una gran acogida y son varias las visitas y consultas que registramos diariamente.
Personalmente, se trata de un gran logro profesional que me permite mantener un contacto directo y fluido con los miles de huéspedes que deciden acceder a nuestra página web.


TC. ¿Qué futuro crees que le depara a la caza?

JV. Como “buen” cazador, soy optimista por naturaleza, aunque reconozco la crítica situación por la que estamos atravesando. Hemos recorrido mucho camino, pero aún nos queda un arduo trabajo para llegar a la meta. Sin embargo, el simple hecho de que varios dirigentes de diferentes y muy dispares partidos políticos con ideologías presumiblemente opuestas se hayan posicionado del lado del respeto a la caza es sin duda un logro. Al menos, ya se han despojado de un complejo que les pesaba demasiado. Ahora ya no es políticamente incorrecto afirmar que la actividad cinegética es necesaria. Solo nos resta que la sociedad en general perciba esta realidad. Más que nunca, hemos de permanecer unidos y no dar un paso en falso. Estar en la “palestra” es muy positivo, pero también es arriesgado. Por favor, seamos sensatos.