lunes, 20 de julio de 2020

Canes, por Rehalas León

La ronda

Con las temperaturas ya rozando su máximo anual durante el día, las noches dejan una temperatura apetecible para practicar una de las modalidades más antiguas y inusuales de nuestro país, la ronda.

El daño de los jabalíes en los cultivos, dan como resultado grandes perdidas económicas para los agricultores, de ahí tiene su origen esta modalidad. 

Durante el siglo XVI los jabalíes entraban de forma rutinaria al huerto del convento extremeño de Luriana, donde los frailes franciscanos convivían con los mastines encargados de protegerlo, estos mastines comenzaron a agarrar los jabalíes que entraban a los huertos durante la noche, y de ahí nació ésta modalidad.

Para la práctica de la misma, es necesario conocer el terreno con anterioridad, debe de ser una zona donde no abunde el cervuno para evitar ladras que puedan ahuyentar a los jabalíes, y se debe elegir una noche con un mínimo de claridad para poder transitar evitando accidentes. 

Durante la noche los jabalíes se hacen fuertes ante los perros y aguantan durante mas tiempo hasta emprender su huida, por ello se debe rondar en silencio, evitando que el jabalí detecte nuestra presencia. 

El único arma utilizado sera un puñal, encargado de finalizar el lance cuando el jabalí sea agarrado por los perros. El número utilizado de estos sera inferior al de una rehala, aproximadamente una docena de canes, entre los cuales encontraremos los buscas, encargados de localizar al jabalí y llamar a parado; deben ser perros que no acosen demasiado, para evitar que el jabalí huya hasta que lleguen los presas o chatos. En los inicios los perros utilizados eran mastines, pero actualmente y con el auge de los perros de agarre es habitual encontrar alanos, dogos argentinos, bóxer, presas canarios...

Una vez que los perros sujetan al jabalí se debe acudir rápido al remate, es una de las modalidades más emocionantes, perros y perrero deben tener el coraje suficiente para enfrentarse a un gran macho solitario durante la noche. En nuestro país no son muchas las comunidades que permiten la práctica de esta modalidad, pero cuando se practica no deja indiferente a nadie.


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