martes, 5 de noviembre de 2019

El consejo de Montse

“El que espera... No desespera”.


Hola a todos compañeros, 

Un mes más escribo estas líneas para intentar acercaros mi consejo más personal. Hoy quería tocar una de las modalidades de caza que más me apasiona, la espera.

Quién ha probado esta modalidad sabe que engancha, quién lo prueba repite y quién no lo ha experimentado está deseando hacerlo. Ésto es lo que me paso a mí.

Inmóvil con un silencio sepulcral desde que anochece hasta que el jabalí entra en el puesto o el aguardista desespera, porque, ¿cuántas noches te vas a casa después de haberle visto entrar día tras día a comer en las cámaras y el día que decides hacerle la espera ese día no entra?

Son animales muy listos, más de una vez los he tenido rondando y bufándome durante horas después de estar quieta como una estatua para después irse.

Las esperas pueden incluirse dentro del plan cinegético de cada coto o pueden ser solicitadas por daños a la agricultura en la Junta o Delegación territorial de caza y medio ambiente de cada Comunidad.

En el caso de las esperas por daños, tendremos presentes algunos de los siguientes consejos:

Realizar un control en las tierras en las que visualmente apreciemos más daños, normalmente podemos detectar hozaduras en los bordes de los sembrados y rascaderos en los árboles cercanos. Podemos empezar por las tierras más cercanas al monte, para después ir ampliando nuestro radio de búsqueda. Una buena forma para saber “quién visita esas tierras”, es instalar cámaras de fototrampeo, con ellas podemos obtener información como horarios de entrada al puesto, tamaño de los ejemplares, querencias...

Una vez encontrada una zona “tocada” por los cochinos, debemos preparar el puesto. En este punto debemos tener muy en cuenta diversos factores como son:

La dirección habitual del viento en la zona o la querencia de paso de los animales a la tierra. Siempre que tengamos la posibilidad, será conveniente elevar el puesto sobre la altura del cebadero, ya sea con torretas realizadas para dicho fin, o con estructuras en árboles cercanos. En el caso de no poder elevar el puesto, daremos mucha más importancia a la dirección habitual del viento.

También dotaremos con especial significancia nuestro camuflaje con el puesto y a preparar éste, para que sea lo más cómodo posible, pues lo normal es que pasemos varias horas inmóviles hasta que el macareno esperado aparezca.

Una vez preparado el puesto, nos disponemos a salir la primera noche de caza. Algunos consejos en la llegada al puesto son: 

Evitar pasar cerca de la zona de transito de los cochinos al acceder al puesto, llevar el arma cargada para no hacerlo en el puesto, no utilizar perfumes ni ropa con olores que puedan hacer desconfiar a los animales, y sobre todo, silencio, mucho silencio.

El equipo que utilizo dependerá del lugar en el que realice la espera, cuando se trata de grandes extensiones de siembras, utilizo un visor con buena luminosidad y un rango de 3 a 12 aumentos y en el caso de puestos cerrados en el monte suelo utilizar el punto rojo.

En los meses fríos no podemos olvidarnos de la ropa de abrigo, monos completos, guantes, pasamontañas...

En los meses mas calurosos debemos tener en cuenta la casi segura presencia de mosquitos en el puesto, por lo que recomiendo llevar algún tipo de gorra con mosquitera o usar repelente de insectos.

Según la legislación de cada Comunidad, se podrán utilizar linternas o no en las esperas nocturnas al jabalí, en mi caso, en Castilla y León, sí están permitidas, por ello nunca falta mi linterna en el soporte del rifle.

Concluyendo, las esperas son una de las modalidades de caza más apasionantes que conozco, la total oscuridad, el silencio, la soledad de encontrarte tú sola ante ese berraco soñado, los ruidos de la noche y sobre todo, la incertidumbre del no saber si entrará, hacen que sea una pasión difícil de explicar.

Dicho todo ésto, compañeros, os puedo decir desde mi experiencia, si tenéis oportunidad aprovechéis a hacer un aguardo, la sensación que produce el silencio en medio del monte, el corazón se te acelera con el chasquido de una rama o cuando le escuchas comer en el puesto. Esa sensación creo que solo es comparable a cuando un macareno viene rompiendo monte con una ladra detrás, estado de nervios y emoción que hace que el corazón se te ponga en un puño. Cada salida siempre es un desafío, pero siempre que salgo lo hago con la misma ilusión que el primer día y aunque regrese sin haber obtenido el resultado que esperaba, esta pasión hace que al día siguiente lo encare con más ganas.

Y no quería despedir este post sin mencionar las esperas con luna llena, para mí sin duda alguna las más especiales, son noches interminables en las que no hay reloj, el tiempo se para, ves absolutamente todo el monte y ahí es cuando si doy uso a los prismáticos ya que cuando me voy del puesto, recorro cada rincón del coto, cada tierra, para dar con ellos. Esas noches en las que después de estar en el puesto te sientas en silencio en el coche y vas mirando tierra por tierra... ¡Qué tendrá la luna que nos gusta tanto a los esperistas! 

¡Un saludo a todos compañeros! Nos leemos en el siguiente post y como siempre, ¡viva la caza!