sábado, 19 de noviembre de 2022

Con tacones y caracola, por Marta López

PRIMER LANCE DE LA TEMPORADA

Este mes he dado comienzo a mis jornadas de caza, tanto de mayor como de menor. Pero todos los que me conocéis, sabéis que soy una apasionada de la caza mayor y que la practico en gran parte.

El comienzo se presentaba con bastante incertidumbre, se preveían jornadas de bastante calor y duras. No acompañan nada a la hora de cazar. Si para los monteros han sido sofocantes, no quiero imaginar para los más importantes de la montería, las Rehalas. 

Tengo que reconocer que no hay jornada que no haya pensado y sufrido por ellos. Porque el calor era abrasante, hasta el punto de quemarme solo de estar en el puesto. Dentro de lo posible, en cada jornada, he intentado ayudar como he podido, o bien ofreciendo un cacharro con agua a todo perro que pasaba sofocado, incluso a todo aquel rehalero que se ha acercado por mi puesto. Soy de las personas que piensa que si nos ayudamos, todo es más fácil y más sabiendo que ellos son los que me brindan los lances en cada jornada. “Faltaría menos”.

Los primeros días, aparte de ser duros, debido a las altas temperaturas, la suerte no ha estado de mi lado. O bien los bichos que cumplían por mi puesto no podía tirarlos o no cumplían con lo que buscaba y también los he fallado. Pero así es la caza, y como cazador nunca pierdo la esperanza.

Hasta que el pasado fin de semana acudía a una montería en la que tenía puestas muchas esperanzas. Reconozco que desde por la mañana mis nervios ya afloraban.

Puesto precioso, de testero, donde si el animal entra con tranquilidad disfrutas de su presencia sin que el se dé cuenta. Al poquito de ponernos, por la zona más espesa del testero, como si de un elefante corriendo se tratara, nos percatamos que algo nos entraba. Un guarro, os juro que no se que tiene este animal que consigue ponerme como un flan. Son mi debilidad. Bajaba como una bala, le pegué tres tiros, y sabía que en el primero le había enganchado. Pero se metió en el tiradero del puesto de al lado.

Él le tiró, y no sabía si me lo había rematado. En el puesto estuvimos toda la mañana debatiendo de que si le había dado, no estaba muy claro. Pero yo sabía que sí, le vi hacer un extraño. Mi cabeza no dejó de dar vueltas toda la mañana y tenía claro que según terminara iría a buscarlo.

Antes de ponerme a buscarlo, recogí bártulos y puse rumbo al coche a dejar el arma. Al llegar al coche, sin yo decir nada, el puesto de al lado vino a decirme que me lo había rematado. Que el guarro le había dado en la tripa. Y que la tenía sacada un pelín mas adelante. ¡Qué alegría!. Poca gente hace eso, es verdad que era una guarra y no un macho. Pero soy de las que piensa que todavía queda buena gente en el mundo. Y es un gesto muy honrado, porque hoy en día poca gente lo hace.

Después de unas cuantas jornadas, por fin me he estrenado esta temporada. Aunque como sabéis, siempre digo que es lo menos importante de la caza. Me siento muy afortunada de poder disfrutar del campo cada fin de semana.

Aunque como todo cazador, espero tener mas lances para el recuerdo como éste, durante el año.

Espero que hayáis comenzado bien la temporada.

Marta López para www.territoriocinegetico.com

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