LA EXTINCIÓN DE LA CAZA
Si algo he aprendido, es que, mientras haya vida hay esperanza, y si personas con enfermedades terribles son capaces de darle la vuelta a la situación y enseñarnos el lado positivo de una dura realidad: ¿Cómo no lo vamos a hacer nosotros? ¿Cómo no vamos a luchar por nuestra pasión?
En la caza, como en la vida, siempre van a venir personas que intenten hundir tu ilusión, tus sueños, que intenten cambiarte de parecer... Pero, lo que no saben, es que yo lucho desde el corazón con la esperanza de influir en los más jóvenes, en las nuevas generaciones, en la cantidad de mujeres que están en la sombra y no dan el paso de empoderarse, sacarse el permiso, la licencia, y salir solas al campo a luchar cada jornada.
Vivimos en una realidad donde la presión de conseguir likes y seguidores es más importante que la de enviar un mensaje real, que aporte valor y genere ganas de introducirse en este maravilloso mundo cinegético del que formamos parte, del que hacemos de una afición, nuestra forma de vida.
¿Cómo es posible que cada día esté más de moda lo ecológico, lo natural, lo exclusivo, y no se den cuenta de que la caza es la forma más ecológica y sostenible de comer carne y gestionar la población de animales salvajes? Para mi esto es lo que más sostiene nuestra actividad.
No os imagináis lo satisfactorio que es cerrar el ciclo y compartirlo con los demás, que te llamen y te digan que lo que has hecho, cazado y elaborado por ti mismo, está riquísimo.
Y no olvidemos, que cazar, es como la vida misma: no es a éxito. Quien ha emprendido o lo está intentando, tiene que tener claro que el fracaso forma parte del éxito y que para tener un intento o una oportunidad real de éxito hay que fracasar muchas veces y volver a intentarlo.
La caza es así... y se nos olvida mostrar nuestros fallos, nuestros fracasos. Se nos llena la boca de lances exitosos, de intentar quedar por encima, pero nunca contamos el lance infallable que a día de hoy sigues sin saber como ni le rozaste. ¡Y es la vida misma!
Este mundo cambiará el día que se deje a un lado la bravuconería, el trofeísmo y el no valorar como se merece la carne de caza.
Y esto señores, esto no depende de los políticos, no depende de las instituciones. Depende de cada uno de nosotros como cazadores, como humanos y como seres de la cadena trófica en la que nos encontramos y muchos se les olvida.
Virginia Caballero para www.territoriocinegetico.com
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