lunes, 21 de marzo de 2022

Cazadora y ecologista, por Virginia Caballero

"VIRGINIA, NO TE PEGA SER CAZADORA, CON LO DULCE QUE ERES LUEGO..."


Esta suele ser la frase que me dice la mayoría de la gente cuando se entera de que soy cazadora.

Tenía 4 años y mi diversión en el recreo era coger bichos bola y los gusanos de las bellotas que se caían de las encinas que había por allí. Me pasaba los recreos así y mis compañeros me ayudaban. Llegaron a convocar a mis padres a una reunión, porque luego pasaba los bichos a clase y se me escapaban. No los podía encerrar si quería que no se murieran y soltarlos más tarde, ya que mi único afán era capturarlos, en ningún caso matarlos. 

Fui creciendo y el siguiente escalón fueron las lagartijas, las capturaba con técnicas y estrategias muy trabajadas para ser una niña de 7-8 años. Siempre las soltaba al finalizar el recreo para que al día siguiente pudiera seguir divirtiéndome. Mi récord fueron 32 lagartijas en una hora y cuarto de recreo, ese día me las llevé a clase con la intención de enseñárselas a mis padres y soltarlas cuando me vinieran a recoger... pero se me escaparon en clase y la preparé muy buena.

Todos, en nuestro interior, somos cazadores/recolectores desde niños, es lo que llevamos haciendo miles de años y es lo que nos ha mantenido vivos, por mucho que ahora nos quieran hacer ver lo contrario y que no nos planeemos de donde viene la carne cuando la vemos en una bandeja del supermercado.

Mi primera experiencia real de caza fue con 8 años, me fui con mi padre de montería y aún recuerdo la imagen del primer jabalí que vi en directo, era una hembra enorme. Desde ese día, y cada año, acompañaba a mi padre cuando iba él. 

Fueron pasando los años, acabé el colegio, el instituto, empecé la universidad, y como año tras año seguía acompañándolo en sus jornadas, cada vez más a menudo, tanto en menor como en mayor, si bien era una afición que se quedaba en lo familiar y en mis amistades más cercanas.

En una de esas jornadas, mi padre abatió su primer jabalí con una gran boca, y nos fotografiamos con él en el campo, estábamos pletóricos, nunca antes había cazado un animal así. Casi llorábamos de emoción y decidió subir nuestra foto a una de sus RRSS y etiquetarme. El lunes siguiente a esa jornada, cuando llegué a la universidad y empecé a subir las escaleras para entrar en el edificio me gritaron desde arriba: "¡ASESINA! ¡CÓMO ERES CAPAZ!". No sabía donde meterme, y pasé tanta vergüenza que me prometí no volver a subir nada ni a dejar que me etiquetaran en cosas relacionadas con la caza, solo por no tener que dar explicaciones. ERROR. 

Me ha costado años darme cuenta de que no estaba haciendo nada malo, de que amo a los animales y a la naturaleza, y de que ser cazador y ecologista no está reñido, sino que tenemos que ir de la mano todos a una, aunque siempre va a haber radicales en uno y otro bando, la mayoría de la gente respetamos y disfrutamos de la naturaleza, la cuidamos y protegemos, pero lo que sí que tenemos que cuidar las nuevas generaciones, es la imagen que damos de la caza y velar por una caza ÉTICA, RESPONSABLE Y SOSTENIBLE.


Virginia Caballero para www.territoriocinegetico.com

Vístete con Territorio Cinegético
Visita nuestra marca en www.territoriocinegetico.com 

Solognac y www.territoriocinegetico.com a golpe de clic