sábado, 21 de mayo de 2022

Hablando de campo, con Poveda

MI PRIMER MUFLÓN

Llevaba tiempo con ganas para cuadrar una fecha para acudir a la invitación de mi buen amigo Juanjo y poder abatir un muflón, y por fin se dieron las circunstancias, preparamos el viaje, y llegó el ansiado día.

No pegué ojo en toda la noche, y aunque como siempre me dormí en el viaje, la verdad que los nervios no dejaban de estar presentes en mí.

Llegamos por fin a la finca, al instante baja a recibirnos Juanjo junto con el guarda, (que hombre más sabio, es de esas personas que da gusto escucharlas, porque habla tranquilo, despacio y cada gesto y expresión está cargada de sabiduría en lo que al campo se refiere). Hicimos las presentaciones y nos fuimos a conocer la finca. Yo, acostumbrada a lo que veo a diario todo me sorprendía, no por el paisaje, ya que vivo en una zona idílica, pero si por la cantidad de animales que en ella habitaban.

La cacería tendría lugar al caer la tarde, ya que los muflones tenían querencia en el ocaso a bajar al lugar donde estaba todo dispuesto. Nos fuimos a comer y la verdad que no hay nada como una buena comida de campo. El guarda había preparado unas patatas con corzo y arroz al puchero, que aquello era “delicia de reyes”.

Con el estómago lleno y después de una sobremesa que fue un master sobre campo y cacería, volvía a aparecer en mí la tensión.

El reloj no corría y yo solo quería que fueran las 17:00h, hora que teníamos marcada para ir al cazadero. Mientras bajábamos el guarda me contó que había un muflón que posiblemente daba bronce (era el que quería que abatiera) Luego había otro un poco menor, pero también muy bonito, en fin, que al final hiciera lo que hiciera los animales que allí tenían para mí eran un privilegio, y yo por supuesto súper agradecida.

Una vez allí, nos dijo hacia donde debíamos andar y colocarnos, que los animales no tardarían en salir a comer a la pradera. El viento nos era favorable, ya que aunque la brisa era suave, nos estaba dando en la cara y de esa forma sería más difícil que nos detectaran.

De pronto, empezaron a entrar gamos y a los 20 minutos aproximadamente en lo alto del cerro de enfrente, comenzamos a ver como bajaban varios muflones, y entre ellos 2 que destacaban considerablemente.

Un codazo de Juanjo, una sonrisa cómplice, y comencé a pensar como sería el lance.

Todo estaba sobre lo planeado cuando a 200m  aproximadamente el muflón más grande se detiene, no podía ser, nos había visto, oído o qué sé yo, pero mis dos objetivos se habían detenido desafortunadamente.

Hubo unos momentos de tensión, pero de repente el más pequeño de los dos, comienza a descender a la siembra y a comer cogiendo confianza. Estaba decidida a tirarle, aunque me recree viéndole y estaba esperando que se separara de las hembras, porque un disparo a 100 m, podría atravesarle y abatir otro animal, cosa que no quería bajo ningún concepto.

Cuando ya me encaro el arma, le meto en la cruz veo como los gamos empiezan a ponerse nerviosos y mi muflón en alerta comienza a mirar hacia nuestra izquierda, donde encima de unos riscos aparece el otro macho, que efectivamente nos había descubierto. Fue tal nuestro asombro que me bloquee y no pude ni apuntar a aquel precioso y astuto animal. Pegó un silbido en señal de aviso y nos imagináis la estampida de reses que allí se preparó. Todo se desvanecía y nuestras caras eran un auténtico poema.

Pero por suerte a unos 180 m se me quedó parado el otro muflón, encaré rápido pensando que no tendría otra oportunidad, le metí en la cruz, disparé y…alto, la bala paso por encima del animal unos centímetros pegando en las piedras de detrás levantando la correspondiente polvareda.

La verdad que estaba un poco enfadada y decepcionada por como ese animal nos había chafado el final del día.

Entones nos llamó el guarda, lo había visto todo y me dijo que no me preocupara. Nos dirigió hacia otra pradera que seguro que había otros animales, aunque la calidad del trofeo era algo inferior. Yo no paraba de lamentarme de cómo había errado aquel lance, más por no decepcionar a aquella gente que con tanto cariño me habían preparado la cacería, que por el hecho del fallo, pero en fin, así es la caza.

Continuamos hacia la otra zona y efectivamente al rato bajó un bonito animal pero justo detrás vimos un muflón de aproximadamente 2/3 años que tenía una pata trasera medio amputada, de alguna alambrada que se hubiese enganchado. Juanjo me dijo que disparara al grande pero yo le dije que debíamos quitar un animal así, pues con los prismáticos veíamos que esa pata tenía muy mal aspecto. Entonces dicho y hecho, puse el rifle en el trípode, cogí aire, espiré y zas, animal al suelo. Cuando vino el guarda me felicitó pensando que había abatido el grande, quedó sorprendido y a la vez enfadado porque él quería que me hubiese llevado un buen trofeo, pero a pesar de que era un animal pequeño para mí era el más bonito del mundo. Tuvimos un magnífico día de campo, aprendimos mucho de gente sabia e hicimos una gran labor de gestión gracias a aquel astuto muflón que nos había ganado la partida. Y de esta manera pude abatir mi primer muflón.

¡VIVA LA CAZA!

Poveda Espinosa para www.territoriocinegetico.com

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