jueves, 6 de octubre de 2022

Coto abierto

CAZA EN EL VALLE DE ARAN


El Valle de Aran es territorio de alta montaña, situado en los Pirineos, en la provincia de Lérida. 

Nosotros, los araneses, tenemos un enorme sentimiento hacia el campo y la vida rural.

Generación tras generación vamos siguiendo los pasos de nuestros ancestros y seguimos la cultura y las tradiciones que siempre han habitado entre nosotros, lo que hace que valoremos lo que tenemos y lo que llevamos construyendo desde muchos siglos atrás.

Entre ellas se encuentra la caza. Una forma de vida para los que la sentimos y, sobre todo, una forma de hacer entre los que cazamos juntos una pequeña familia. 

Afortunadamente contamos con una sociedad de caza y pesca que administra la gestión cinegética y piscícola de todo el Valle de Arán. Está dividida en dos partes, el bajo y medio Aran por un lado y por el otro el alto Aran. 

Hay una junta que preside la sociedad, que se elige por votación cada seis años y gracias a eso y a su gran labor, podemos gestionar de una forma muy profesional y equitativa la actividad de toda la temporada. 

Sin la sociedad con la que contamos, la caza en nuestra tierra no sería posible por el control y el trabajo que requiere su administración. 

Tenemos tres principales modalidades de caza:

Las batidas, los recechos, y el rastro (esta última se realiza cuando nieva). La más frecuente para nosotros es la caza en batida, que es la que más nos gusta por el ambiente que creamos entre nosotros, en la que nos reunimos por la mañana para desayunar todos y decidimos los “ganchos” que vamos a cazar. 

Es una de las cosas que más valoramos en esta modalidad, el poder estar temporada tras temporada en compañía de los mismos y disfrutar juntos de esta pasión que nos une.

La siguiente modalidad, el rececho, lo tenemos algo más restringido. Esto se debe a que no contamos con numerosos precintos y entre todos los socios debemos repartirlos. 

Es por eso que a cada uno nos suele tocar un permiso de ciervo por temporada, 5 precintos de cierva, un permiso de corzo cada 2-3 temporadas y otro de Isard en las mismas condiciones que el corzo. 

Por lo tanto, en una temporada habitual se suele cazar un ciervo macho y 5 hembras por socio, y pasadas dos o tres temporadas tenemos el privilegio de poder hacernos con un macho por socio de las otras dos especies. Para ello se sigue como criterio el orden de antigüedad de cada socio, teniendo cada uno un número asignado por orden de entrada en la sociedad. 

Para los permisos de corzo e Isard se realiza un recuento de la cantidad de ejemplares que hay (de este menester se encarga la propia sociedad) para posteriormente sacar un número de precintos acorde con el equilibrio de la especie. Así conseguimos llevar un control de la población animal con una buena gestión para cuidar la fauna que tenemos y poder administrar bien la caza en cada temporada. Una vez hecho el recuento y con el número de permisos establecido, se empieza a contar desde el primer socio que en la temporada anterior no pudo tener precinto y le siguen los siguientes socios por orden hasta completar el cupo acordado de permisos. 

Por último, tenemos la caza al rastro, en la que al igual que en las batidas, contamos con la gran ayuda de nuestros fieles compañeros, los perros. Solemos salir al rastro los días de nieve. Subimos por las pistas que los vehículos nos permiten y observamos a través de las huellas las entradas y salidas de los jabalís, para poder determinar aproximadamente las zonas por las que han acabado encuñándose. 

Una vez localizadas, entramos con los perros a seguir las pisadas hasta que oímos el esperado ladrido que nos hace dar con ellos. Los perros los mantienen en el sitio parados y debemos llegar lo antes posible para abatirlos y así evitar daños. 

En los tres estilos de caza que tenemos, podemos abatir los jabalís sin cupo, por su abundancia y para equilibrar dicha especie. En cualquiera de las modalidades nombradas y muy orgullosos de que así sea, quiero destacar la dureza de las montañas en las que cazamos y el trabajo que supone llevarnos la carne del monte al plato. Nunca dejamos carne sin aprovechar, y por muy duro que sea nos sacrificamos para hacer que se saque de donde haya sido abatido el animal, pero eso sí, con ayuda recíproca entre todos. Ponemos de nuestra parte y nos ayudamos cuando sea necesario, y eso es lo que posibilita que tengamos el ambiente del que podemos disfrutar y ese compañerismo que nos envuelve. 

Para finalizar, quiero resaltar y también agradecer el enorme sacrificio de los batidores/perreros que tenemos entre nosotros. Sin ellos y los perros, la caza para nosotros no sería en absoluto lo que es. Gracias a ellos y a su pasión por batir las complicadas montañas que nos rodean, tenemos la fortuna de completar el equipo perfecto para disfrutar de nuestra caza en nuestra tierra. 

Sin extenderme mucho más y para concluir este artículo quiero explicar que nuestro territorio está formado por numerosos pueblos, y en cada uno suele haber una “colha” o “banda” de caza, aunque en algunos pueda haber más de una o incluso nos unimos a otras para disfrutar juntos de la misma afición. 

Nosotros, en @aran_.hunters pertenecemos a la Banda de Anditos, una pequeña familia en la que prevalece la diversión y el compañerismo.
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