lunes, 12 de octubre de 2020

Conocer es conservar, con Guillermo Cano


   Un mundo bajo nuestros pies


No sería justo empezar mis primeras líneas en www.territoriocinegetico.com sin dar las gracias a Manu, responsable de la página y culpable de que esté hoy aquí poniendo mi granito de arena en la defensa de la caza en esta sociedad cada vez mas desnaturalizada. También quiero dar las gracias a Dani, de Playmocaza, por recomendarme y delegar en mí esta responsabilidad.

Antes de empezar con el tema que hoy nos ocupa me gustaría presentarme ante vosotros. Mi nombre es Guillermo, aunque podéis llamarme Guille, tengo 24 años, soy licenciado en Ciencias ambientales y Técnico superior en gestión forestal y del medio natural. Desde hace ocho años la caza lleva acompañándome día tras día, desde que empecé siendo morralero de mi padre siempre he sentido una enorme curiosidad por conocer todo aquello que me rodeaba en mis salidas al monte y gracias a esta afición he tenido la suerte de trabajar en el ámbito de la educación ambiental desde hace tres años. 

Hace apenas nueve meses creé @Consercaza, una página divulgativa en Instagram que os invito a seguir, en la que cuento mi día a día como cazador y en la que intento mostrar como la caza puede actuar como una inmejorable herramienta en pro de la conservación.

“Un Mundo Bajo Nuestros Pies”.

Las primeras lluvias van cayendo a cuenta gotas, el ciervo ya berrea en lo alto de la sierra, y la sangre de todo cazador que se precie se encuentra este mes mas alterada que nunca. La temporada general acaba de empezar y el monte se volverá a llenar de latidos y emociones. Pocos mirarán estos primeros días al suelo si no es para asegurar el siguiente paso, olvidando que el ser humano nació como “Cazador-recolector” y no únicamente como Cazador.

Pero, casi sin darnos cuenta un nuevo reino está creciendo bajo nuestros pies. Millones de hongos comienzan estos días su imprescindible labor en nuestro ecosistema, degradando toda la materia que se ha ido acumulando durante el año. Unos levantarán el apetito de jabalíes y seteros, otros sin embargo causarán rechazo, por el simple hecho de ser tóxicos, y otros muchos pasarán desapercibidos, a veces por desconocimiento y otras por su escaso valor culinario.

Estos últimos años se ha notado un aumento en la demanda del llamado “Turismo micológico”, cientos de aficionados saldrán estos días a recolectar lo que nuestra naturaleza nos ofrece, no siempre respetando las normas, ni tampoco al resto de actividades que se realizan en el monte, entre ellas la caza.

Creo que es importante empezar diferenciando “Hongo” de “Seta” ya que son dos términos que a menudo se confunden. El “Hongo” es el organismo que se encuentra en el suelo descomponiendo la materia, parasitando un organismo…. Y la “Seta” es el cuerpo fructífero de este hongo, es decir el fruto que nos ofrece. Si atendemos a esta información nos daremos cuenta de que cuando salimos al monte con la navaja y la cesta no estamos cogiendo hongos, sino que estamos, ¡cogiendo setas!

Me atrevería a decir que el 99% de los individuos que salen estos días con la intención de recolectar alguna que otra seta van buscando no más de 2 o 3 especies. Seguramente de entre ellas la más famosa sea el Níscalo (Lactarius deliciosus), seguido de cerca por el Boletus (Boletus edulis), en tercer lugar diría que la seta de cardo (Pleurotus eryngii), aunque en esta posición ya podríamos andar en mas disputa.

Lo que mucha gente desconoce es que en España tenemos alrededor de 1500 especies de setas, la mayoría de ellas, aunque parezca mentira comestibles, unas más fáciles de identificar y otras por supuesto mucho más difíciles. Algunas de ellas por increíble que parezca identificables por el aroma que desprenden, como el Parasol (Macrolepiota procera) con su inconfundible olor a avellana o el Marasmio del ajo (Marasmius alliecus) con su olor a ajo rancio. En el mercado existen multitud de guías que nos pueden ayudar a acercarnos a este mundillo y que sin duda harán más enriquecedora la experiencia, aunque como siempre digo, nada mejor que contar con un buen, que nos ayude a dar los primeros pasos. 

Tradicionalmente se han venido destruyendo muchas de las especies tóxicas con la premisa de evitar que proliferen y puedan ser recolectadas con el “riesgo” que esto puede suponer. Este comportamiento además de prohibido no puede estar más equivocado debido a que todas las especies, tóxicas o no, juegan un papel crucial en el ecosistema, descomponiendo la materia y cerrando el ciclo que permite el correcto funcionamiento del complejo engranaje de nuestra naturaleza.

Os muestro a continuación algunas especies, no tan conocidas, pero que son excelentes comestibles:











Para un correcto aprovechamiento micológico es imprescindible coger solo aquello que se conoce, respetando al resto de especies, cumpliendo los cupos establecidos y haciendo uso de un recipiente que permita la circulación de las esporas (cestas, cajas de fruta…). 

Para poner el punto y final a este primer artículo me gustaría hacer hincapié en la importancia del conocimiento y conservación de nuestra riqueza micológica. Incentivar hábitos respetuosos en los más jóvenes es la mejor garantía de futuro para todas las actividades que se desarrollan en la naturaleza, entre las que se encuentra, por supuesto, la caza. 


Guillermo Cano Ortega de Consercaza para www.territoriocinegetico.com

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