martes, 19 de abril de 2022

Con tacones y caracola, por Marta López

EL QUE LO SIGUE LO CONSIGUE


Como sabéis, la temporada montera finalizo hace un par de meses, soy toda una apasionada de ella. Pero cada época tiene su encanto, y ahora doy comienzo a la época de recechos. Normalmente siempre empiezo detrás de los corzos, pero este año tenía algo pendiente del año pasado. Y lo comencé detrás de las cabras montesas.

El año pasado tuve la oportunidad de ir solo un día detrás de ellas, para colmo me hizo un aire terrible y no tuve suerte. La temporada se cerró y perjuré que de este año no se me escapaba cumplir uno de mis sueños.

Todo lo dejé organizado, justo para el fin de semana después de Cinegética y la manifestación, algo que tampoco podía perderme, no solo por la Feria sino por defender mis derechos como cazadora. Por cierto, agradecer a todo el mundo que asistió, fue todo un éxito, no pude evitar emocionarme ese día.

Se hizo de rogar, pero llegó la semana que tanto esperaba. No empezaba nada bien, anunciaban muy mal tiempo y yo me estaba empezando a encontrar indispuesta.

Cada día que pasaba el tiempo empeoraba y yo con él, solo sabía rezar tanto por él cómo por mí.

El jueves por la noche hablaba con Carlos, mi guía de esta aventura que me comentaba que el tiempo pintaba muy mal de cara al fin de semana, que me replantease cambiar la fecha y también me recuperase, estaba con un cólico y constipada.

Aunque no quisiera reconocerlo, no estaba en condiciones de hacer el rececho. Y los dos decidíamos posponerlo una semana y así ver que nos deparaba el tiempo y yo aprovechar para recuperarme. Llegué a pensar que ir detrás de las cabras estaba gafado y que volvería a pasar algo.

Ya recuperada de camino a Granada, todavía no me lo creía, pero lo que no me imaginaba era el fin de semana que nos esperaba. Me acompañaban mi padre y Sergio, decidimos recechar cada uno una hembra de cabra.

Carlos nos aseguró que si todo iba bien en un día abatiríamos las tres, reconozco que lo dudé. Con la suerte que había tenido detrás de este animal, y la dificultad que a veces tiene recechar, no creía que fuera a pasar. Pero me comentó que la densidad era muy alta.

El día comenzaba con bastantes nervios, Sergio y yo decidimos que el primero en recechar sería mi padre. Carlos nos recogió, desayunamos mientras organizábamos el día y veíamos que el tiempo que nos acompañaría sería una maravilla.

La zona donde estuvimos cazando fue Sierra Nevada, una zona preciosa cazar viendo las zonas altas de la sierra nevadas es una pasada y a nuestros pies un pantano de aguas turquesas que te dejaba sin palabras.

Reconozco, que disfrute muchísimo ver como mi padre abatía su primera cabra a los pies de ese pantano y también me ayudó bastante para calmar los nervios de cara a mi rececho.

Decidimos para a tomar el taco, recuperar fuerzas y comentar la mañana. Para después ir detrás de mí cabra y seguidamente la de Sergio.

Cambiamos de zona buscando mi cabra, nos hizo patear bastante. Pero si algo me gusta de los recechos es que no sean fáciles, me dejan mejor sabor de boca. Mientras andábamos avistábamos varios grupos de cabras, pero no lo que buscábamos.

Cuando de repente, al borde de un riachuelo tres de ellas se asomaron, nos estaban barruntando. Me eche los prismáticos a la cara, y si, la primera entraba en lo que buscaba.

Sin pensarlo, me encaré el arma y dispare. Por fin tenía mi cabra, la felicidad me inundaba.

Era el turno de Sergio, el pobre no lo tenía fácil. Ya era tarde y el tiempo iba en nuestra contra. Pero sinceramente, sabía que si se le presentaba la oportunidad no fallaría. No es por que sea mi pareja, pero es muy fino tirando y pocas veces le he visto fallando.

Llevábamos todo el día recechando y el cuerpo ya iba pesando, y sus ánimos bajando solo veíamos chivos, no lo que buscábamos. Yo solo sabía rezar por que alguna cabra diera la cara, teníamos el domingo para recechar pero por lo menos que también tuviera oportunidad de verlas.

Ya de vuelta al coche, conseguimos ver un grupo de machos y hembras tirables, pero teníamos que volver otra vez hacia atrás. No era problema, así que fuimos detrás de ellas y entre dos luces se hizo con ella.

Llegamos al coche de noche, recuerdo que la última cuesta hasta llegar a él parecía que no tenía fin, pero no podía ir más feliz.

Si a alguien se lo tengo que agradecer, es a Carlos por el trato y porque aunque al principio no creía que se cumpliera su palabra, los tres nos vinimos con nuestra cabra. Nos hizo pasar un día maravilloso e inolvidable.

Muchas gracias de corazón.

Marta López para www.territoriocinegetico.com

Vístete con Territorio Cinegético
Visita nuestra marca en www.territoriocinegetico.com

Enlace Decathlon Solognac