miércoles, 6 de abril de 2022

Coto abierto

LAS BATIDAS DE JABALÍ


El día ha amanecido frío y húmedo. Una ligera llovizna nos obliga a vigilar que las lentes de nuestro visor no se cubran de gotas que nos dificulten jugar un posible lance. Silencio. De repente, comienzan a latir los perros al fondo del valle, cada vez más fuerte, cada vez más cerca. No hay duda, acaban de mover a los jabalíes. 
Un montero avisa por la emisora: - ¡Atentos los tiros de arriba que los perros ya van de levante! - La calma se convierte en tensión, el lance es inminente.

Las batidas de jabalí son una modalidad de caza típica la zona norte peninsular. Debido a la orografía del terreno y a la tradición cinegética del lugar, la caza del jabalí se lleva a cabo por cuadrillas de cazadores organizados en dos grupos: los tiradores (provistos del arma) y los monteros que, a diferencia de otras zonas de España, son quienes van acompañados de sus perros de rastro. El número de componentes de cada cuadrilla, variable según la legislación de cada Comunidad Autónoma, suele ser bastante reducido. Por lo general, las cuadrillas suelen estar vinculadas a un determinado lugar y sus miembros perduran en el tiempo. Al frente de las mismas está el jefe de cuadrilla, que es un cazador que atesora la experiencia necesaria para dirigir al resto.

Por las mañanas los cazadores se reúnen en el punto de encuentro, normalmente un bar de la zona que tiene la gentileza de abrir un poco antes para acoger y calentar a los miembros de la cuadrilla. Entre conversaciones, bromas y vaticinios, acerca de cacerías pasadas y la que está a punto de comenzar, los cazadores van apurando su café mientras el jefe de cuadrilla va distribuyendo los puestos. Los puestos, conocidos por todos, tienen nombre propio y se colocan en los pasos habituales del jabalí. Estos lugares forman parte de la tradición oral de la cuadrilla y son los veteranos quienes, por su experiencia, mejor los conocen y se encargan de transmitirlos a los jóvenes. En algunas cuadrillas estos puestos se sortean, pero lo habitual es que sean distribuidos por el jefe de cuadrilla según su leal saber y entender, atendiendo generalmente a dos consignas: los cazadores más jóvenes son quienes más tienen que andar; y se reservan los tiros más “favorables” o querenciosos para el jabalí a quienes no han tenido la suerte de estrenarse esa temporada. Hay que tener en cuenta que algunos puestos quedan lejos de las pistas en las que se dejan los coches y hay que andar durante varios kilómetros para llegar hasta ellos.

En cuanto a los monteros, son aquellos cazadores que van acompañados de sus perros y su cometido es emplazar los jabalíes y sacarlos de sus encames, para dirigirlos hacia los puestos ocupados por los tiradores. Entre el montero y sus perros se crea un estrecho vínculo, que les lleva a complementarse a la perfección y entregarlo todo por su fiel compañero. Existe una gran tradición montera en el norte de España y los monteros suelen destacar por su bravura y tesón. No en vano, se requieren buenas aptitudes físicas para moverse en lo más intricando del monte, así como para batir el terreno en aquellas zonas usadas por los jabalíes para encamar. Los buenos monteros son altamente valorados y admirados por todos.

Para la caza del jabalí en batida se utilizan perros de rastro, siendo las razas más comunes las variedades de sabuesos y los grifones. Cabe hacer referencia al grifón asturcántabro, un perro de rastro frecuentemente utilizado en las batidas del norte peninsular y, especialmente y como su propio nombre indica, en Asturias y Cantabria. Esta raza surge del cruce entre el sabueso español y grifones de origen francés, como el vendeano y el nivernés. Son perros que se adaptan de forma excelente al terreno y climatología de la zona y aúnan las mejores cualidades de las razas de las que proceden: excelente olfato, inteligencia, resistencia, tenacidad y una voz fuerte y constante.

Una vez situados los tiradores en sus puestos, los monteros, repartidos por el monte según las indicaciones del jefe de cuadrilla y acompañados por un número reducido de perros atraillados (o sujetos por la correa), comienzan a cortar por las sendas o trochas habitualmente usadas por los jabalíes. Los perros son enseñados desde cachorros a seguir únicamente los rastros del jabalí, desechando los de otras especies. Con su potente voz, irán indicando a los monteros los lugares por los que han pasado los jabalíes, siendo función de los monteros ir determinando la correcta dirección y emplazamiento de los mismos. Esta labor de seguimiento de los rastros por parte de los perros se conoce en el argot cinegético como demanda. Cuanto más fresco es el rastro, más constantes serán los latidos de los perros, hasta llegar al encame de los jabalíes y provocar la huida de estos. Los perros comenzarán la persecución, latiendo de levante. Los experimentados cazadores, con sólo escuchar el latir de los canes, sabrán si estos van en demanda o de levante. Los perros, que son los protagonistas auténticos en las batidas de jabalí, tienen nombre propio y son conocidos por todos los cazadores. El recuerdo de aquellos que destacaron sobre los demás perdura en la memoria colectiva de la cuadrilla.

Los perros de rastro, con su potente voz y su inagotable tenacidad, seguirán a los jabalíes, pero procurarán mantenerse a salvo de sus afilados colmillos, cualidad esta que se valora especialmente por los monteros, ya que los perros más valientes también son habitualmente los que más opciones tienen de sufrir una cogida.

Por cuestiones de seguridad, tanto los tiradores como los monteros deben ir equipados con prendas reflectantes, así como con emisoras, siendo estas últimas también utilizadas para que monteros y tiradores estén comunicados y se adviertan del discurrir de la cacería, avisando a los tiradores cuando los jabalíes vayan en su dirección. Además de las emisoras, otra herramienta imprescindible en estas batidas son los collares con localizador GPS con los que se equipa a los perros, los cuales facilitan a los monteros la labor de recoger a los perros y evitan que ninguno se quede en el monte.

Esta modalidad tiene un fuerte componente social, el cual se refleja en el “espíritu de cuadrilla”. Cazar el jabalí en batida implica cazar en equipo: monteros, perros y tiradores ponen todos sus esfuerzos al servicio de un fin común, la caza del jabalí. Sin el trabajo de una de las partes sería imposible alcanzar el objetivo. Una vez abatido el jabalí, llegan las felicitaciones al afortunado cazador, quién dejará cebarse a los perros que venían tras él, para satisfacción del montero. Así se cierra el círculo de esta caza auténtica, social y tradicional.

Es importante que los tiradores vuelquen sus esfuerzos en impedir que ningún perro abandone el monte que se está cazando. Para ello, deberán tener a mano una cuerda que les permita atar aquellos perros que traten de cruzar por la postura que el tirador está ocupando y atenderán a las instrucciones de los monteros. El número de perros utilizados en las batidas es escaso y, si estos se salen del monte, no tendría sentido seguir dando la batida. Del mismo modo, los tiradores deberán permanecer en sus puestos hasta que así lo indique el jefe de cuadrilla, precisamente para evitar situaciones como la anterior, que obligaría a los monteros a pasar horas tratando de recuperar sus perros.

El fin último de las batidas es el aprovechamiento de la carne de caza. Por ese motivo, por muy malo que sea el terreno o muy lejos que se esté del coche, es obligación de los cazadores sacar las piezas del monte, siendo necesaria en muchos casos la cooperación entre varios miembros de la cuadrilla para cumplir con este cometido.

Una vez finalizada la batida, la cuadrilla se reúne a comer para recuperar fuerzas y comentar los lances y anécdotas que ha deparado la jornada, poniendo así el broche a un estupendo día de caza.


David Fernández Fernández - @batidasjabali para www.territoriocinegetico.com


Vístete con Territorio Cinegético
Visita nuestra marca en www.territoriocinegetico.com

Enlace Decathlon Solognac