miércoles, 27 de abril de 2022

Conocer es conservar, por Guillermo Cano

CODORNIZ, AL BORDE DEL COLAPSO


Hace escasos días, se planteaba en el Comité de Fauna y Flora del Ministerio de Transición Ecológica, una propuesta que afectaría, y mucho, al mundo de la caza de llevarse a cabo. La propuesta no era otra que, el inicio de los trámites para declarar a nuestra gallinácea más pequeña, la codorniz, en “peligro de extinción”.

La propuesta da como poco para hablar durante horas, atendiendo a los datos de SEO/BirdLife que cifran la población en apenas 225000 codornices en España, un 61% menos que hace 20 años la cosa pinta muy oscura. No obstante, quizá estos datos pequen de tremendistas, más aún si los comparamos con los ofrecidos por la Fundación Artemisan, que cifra la población en unos 3200000 ejemplares.

Alejados de los números, si hoy damos una vuelta por cualquiera de los pueblos de nuestra meseta cerealista, queda al menos patente que la reducción de la especie ha sido considerable en estas últimas décadas, y eso, amigos, es lo que verdaderamente debe preocuparnos. Lejos quedan esas perchas de decenas de ejemplares que servían de sustento a la familia, y que un servidor no ha tenido la suerte de ver.

La codorniz es vulnerable, no atraviesa por un buen momento y a mi juicio la mayoría de sus males se resumen en uno solo, no tiene un hábitat donde vivir, y sin hábitat ni habrá codornices ni podremos cazarlas, le pese a quien le pese. En el hábitat, por desgracia el mundo de la caza tiene más bien poco que decir, en un medio agrario tan industrializado, donde lindes y ribazos que hace décadas poblaban nuestros campos y que hoy brillan por su ausencia y donde tras el paso de las cosechadoras todo queda como un campo de batalla. Solo queda la esperanza de un cambio de rumbo total, donde se empiecen a primar las buenas prácticas agrarias y donde la concienciación llegue a algunos de esos agricultores que a su vez son también cazadores, y que son los que más de cerca ven la realidad del problema.

Se me ocurren decenas de medidas a implantar, pero hay una que desde hace años ronda mi cabeza y no soy capaz de entender el por que de su no implantación. ¿Por qué no se obliga a dejar un metro a cada lado sin parar en las lindes que delimitan las parcelas?

Lógicamente con su correspondiente ayuda para los agricultores, más aún cuando está más que demostrado que las lindes son los mayores puntos de biodiversidad en los ecosistemas agrarios, donde además de la codorniz viven especies como el sisón o la ganga, especies cuya situación es muchísimo más complicada.

Es el momento de ponernos manos a la obra, y de exigir como colectivo la implantación de esta y otras medidas, vamos a demostrar nuestra fuerza, vamos a empezar a colaborar con las asociaciones que buscan la defensa de las especies, no hace falta irnos lejos, la tenemos “en casa” como la Fundación Artemisan, que nos gustará más o menos, pero que es de las pocas que está trabajando desde la ciencia, por y para la caza.

Para terminar mi alegato, creo que también debemos dejar de hacer oídos sordos a las administraciones que cuando no dan rienda suelta a la caza de la codorniz, ponen cupos completamente insostenibles de 25 piezas por cazador y día. Como bien ha dicho más de una vez Pablo Ortega, y cuyas palabras suscribo: “Cuanto bien haría al colectivo una noticia que dijese: Los cazadores exigen la reducción a la mitad de los cupos de caza de la codorniz”.

Guillermo Cano para www.territoriocinegetico.com

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