viernes, 8 de octubre de 2021

Coto abierto

CAZANDO CON EPAGNEUL BRETON
Hoy Rafa Sanz de Bretones d´Lurey nos analiza de un modo exhaustivo las características del Epagneul Breton.

La caza con perro de muestra va más allá de llevar un perro. En el momento que decides compartir tus jornadas cinegéticas con él, adquieres unas obligaciones y un compromiso los 365 días del año.

Por eso, antes de adquirir nuestro perro, debemos valorar varios factores:

– ¿Cómo es nuestro terreno?

– ¿Qué tipo de caza vamos a practicar (caza en mano, en puesto...)?

– ¿Qué vamos a cazar?

– ¿Qué perro se adaptaría más a nuestra forma de vida?

Podemos plantearnos muchas más preguntas, pero estas son las básicas.

En nuestro caso, la elección es clara, el Epagneul Breton, un continental muy polivalente con el que disfrutamos en cada jornada.

Una vez elegida la raza, toca seleccionar el cachorro, dentro de las posibilidades que tiene cada uno (siempre buscando que vengan de líneas cazadoras). En nuestro caso, como afijo, cuando buscamos un cachorro fuera de casa, nos fijamos en su árbol genealógico, su morfología, carácter, aplomos, anurismo... Buscando perros bien sociabilizados, ya que en un cachorro con una buena sociabilización, todo el proceso de aprendizaje es mucho más rápido, ya que no tiene “miedo” a nada. Esta sociabilización empieza con la madre, sigue con el criador y debe proseguir en su nueva casa, haciendo que el cachorro interactúe con todo tipo de estímulos.

Los perros de caza, como perros de trabajo que son, llevan el instinto marcado a fuego en su código genético, sólo hay que saber “explotarlo”, dar con esa tecla que desencadene al depredador que lleva dentro. Hay cachorros más precoces (que no mejores) que otros, con un instinto de cobro mayor, una muestra más marcada, más independencia... Por eso debemos buscar el cachorro adecuado y debemos dejarnos guiar por el criador, que es quien los conoce e interactúa con ellos a diario.

Hasta los siete meses aproximadamente, no empezaremos el adiestramiento de caza con nuestro nuevo compañero, ya que hasta esa edad todavía será inmaduro para ciertas lecciones. Pero antes de eso podremos haber trabajado la llamada (fundamental), el cobro y sobre todo mucho campo, ya que con cada salida, con cada olor, con cada pieza que haya levantado sin querer y haya perseguido, habrá aprendido grandes lecciones a base de estímulos.

Como la mayoría sabemos, el Epagneul Breton es un perro de muestra, que al contrario de los levantadores, su función es mostrar la caza una vez detecta la emanación de la pieza e ir guiando hasta ella.

Para cazar con bretón (o cualquier otro perro de muestra) hay que tener en cuenta distintos factores, como son:

– Cazar a favor del viento: Ya que el viento arrastra las partículas odoríferas de la pieza, por lo que el can cogerá la emanación antes.

– La temperatura del ambiente: a mayor temperatura, mayor dispersión de las partículas odoríferas, por lo que al haber menor concentración de estas partículas, a los perros les cuesta más localizar la pieza. Un ejemplo es la diferencia que vemos en nuestros perros cazando en invierno y en verano.

– Los perros no son máquinas: A los perros hay que trabajarlos durante todo el año, no son como la escopeta que el día de antes se saca del armero y se mete en la funda. A nuestros compañeros hay que dedicarles tiempo a diario para seguir asentando los conocimientos aprendidos en cada temporada y, sobre todo, recordar que pueden tener un día malo, como nos pasa a nosotros, aunque muchos le echen la culpa a la escopeta ;)

A continuación os dejo un pequeño relato de lo que es para mí un día de caza acompañado por uno de nuestros fieles compañeros:

Cargar al perro en el coche, conducir mientras ves amanecer. Oler la tierra mojada por el rocío bajo tus pies, ponerte la canana, ver al perro correr, ver cómo detiene esa carrera como si se petrificase por la emanación de una presa. Le ordenas la guía, avanza lentamente, con cautela, mientras “mastica” el aire por la carga de partículas odoríferas que hay presentes en el ambiente por la proximidad de la pieza. Se detiene, la presa está a escasos metros. Te invade la emoción y el nerviosismo, sabes que en cualquier momento efectuarás el disparo, y de ti depende que el trabajo del perro haya merecido la pena.

Das unos pasos lentos, siguiendo la dirección que indica nuestro can. El leve crujir de ramas y el sonido de un batir de alas que te acelera el corazón. El estruendo del disparo rompe el silencio del campo. Plumas flotando en el aire, arrastradas por la suave brisa. El perro impaciente esperando la orden. ¡Cobra! Y como si de un resorte se tratase, el perro sale a toda velocidad buscando la tan ansiada reina, la perdiz brava.

Después de unos segundos de búsqueda, nuestro compañero da con ella, la cobra y con gesto de felicidad por el trabajo bien hecho, viene hacia nosotros. Se sienta delante nuestro esperando que cojamos la pieza. La suelta con la mayor suavidad del mundo esperando el tan ansiado premio, nuestro juego y muestra de afecto que tanto le llena, porque él no busca otra cosa que nuestra satisfacción. Vive por y para ello.

En nuestra mano yace inerte el cuerpo de un ejemplar de perdiz, que nos ha regalado un lance que sin duda permanecerá grabado en nuestra memoria, porque para nosotros prevalece la calidad del mismo que la cantidad, ya que sólo tiramos o deberíamos tirar a perro puesto.

Colgamos nuestra galliforme y con viveza animamos a seguir a nuestro peludo amigo, que con alegría retoma de nuevo la búsqueda.

Lo miras y ves que en él perduran años y años de grandes perros de caza.

Sin duda, hoy será un gran día.

Rafael Sanz García de Bretones d´Luirey para  www.territoriocinegetico.com

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