martes, 26 de octubre de 2021

Hablando de campo, con Poveda

LA CAZA, SALVACIÓN DEL MEDIO RURAL


Un placer una vez más poder compartir con vosotros unas líneas dedicadas a nuestra pasión, tan necesaria ya no solo para el equilibrio ecológico, sino también para esta maltrecha economía que tenemos por desgracia, a día de hoy.

Atrás quedó ya el estío, ese clima caluroso que anima a pegarse un chapuzón, ya se fueron los turistas, las calles y plazas de nuestros pueblos se quedaron vacíos y sordos sin el griterío de los niños corriendo por sus calles.

Las “fiestas” que celebramos, con permiso de nuestro “querido” Covid-19, ya dieron sus últimos coletazos y tan solo nos falta rematar con unas tardes taurinas que apuran el fin de la temporada, por cierto, muy exitosa, llenos (dentro del aforo legal) en casi todas las ferias, y con un orgullo taurino de ver a muchos maestros lidiando en plazas, para ellos inéditas, colaborando activamente para el levantamiento de nuestra fiesta.

Una vez más ha quedado patente que la afición taurina es multitudinaria y fiel, además que tras un año de parón, el mundo del toro, tenía sed de corridas y así ha quedado reflejado.

Volviendo al tema y sin salirnos del guion, todo esto, acompañado de las primeras lluvias, esos días cada vez más cortos y esas mañanas frías, sería el momento perfecto para entristecerse, pero como la gente de campo siempre sabe reinventarse, este es el momento en el cuál aparece la caza.

Empezamos con la berrea. Qué sería del monte sin los bramidos, y las peleas de esos ciervos, para dilucidar quién es el rey del mismo. Afortunadamente es un espectáculo gratuito, digno de ver y escuchar, que acerca a muchos aficionados a nuestros campos. Además, durante ese celo del venado se expiden precintos para abatir un importante número de ejemplares con el consiguiente turismo e inyección económica.

Tan pronto acaba la berrea y mientras los recechistas esperan la ronca (celo del gamo), comienza en octubre la temporada general, precedida unas semanas antes por la montería española, donde se empiezan a escuchar las primeras ladras, surgen los primeros lances y sin duda un gran número de monteros y perreros vuelven a juntarse para contar sus vivencias y pasar ratos inolvidables.

La general llega según la mayoría de comunidades entre primeros y mediados de octubre. Es lo más esperado por la mayoría de los cazadores, limpiamos las armas, renovamos vestuarios, compramos munición, entrenamos nuestros perros, preparamos un sinfín de medios para ese primer día en el que llevamos pensando varios meses y en el que la noche de antes no podemos apenas dormir de la emoción, como si de un niño en la noche de reyes se tratara.

Todo esto es la caza, emociones, sentimientos, vivencias y sobre todo para el tema que hoy nos trata, esa ayuda económica tan necesaria para el ámbito rural. La caza hace que cada fin de semana de octubre a febrero, los pueblos, el campo y los montes, se llenen de cazadores dando un aire fresco a muchos negocios como cafeterías, restaurantes, hoteles, gasolineras…


Por eso pienso y me reafirmo, creyendo en la importancia de esta tradición tan arcaica, como es la caza, que ayuda de una manera tan directa, a un mundo olvidado en sus meses más difíciles, en el que otro tipo de turismo es mucho más escaso que cuando el clima acompaña.

Cabe recordar aunque ya lo he dicho en otras ocasiones que la caza moviliza a 2 millones de personas aproximadamente y crea 187.000 puestos de trabajo anualmente.

Vivimos en una época de cambio, una época difícil para nosotros y las tradiciones españolas, una época en la que intentan demonizarnos, pero quizá, deban entender que somos un importante motor, que estamos muy en la base y sin nosotros, seguramente, todo se tambalearía.

¡VIVA LA CAZA!

Poveda Espinosa para www.territoriocinegetico.com

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