viernes, 26 de noviembre de 2021

Hablando de campo, con Poveda

HISPANIA, TIERRA DE CONEJOS


Hola de nuevo a todos mis fieles lectores.

Hoy quiero hablaros del conejo, ese pequeño lagomorfo que ha despertado en mí una pasión que va creciendo con el paso de las jornadas de caza.

Empiezo por contaros una curiosidad que seguro que alguno de vosotros desconocéis.

Los fenicios (que casualmente introdujeron los podencos en la península, según estudios) llamaron a nuestra tierra Shapan, que significa conejo, posteriormente los romanos, nos denominaron Hispania, que viene a decir, tierra de conejos, y de ahí que España sea, o era más bien, un lugar de abundancia de este animal.

Este pequeño mamífero, tan simpático y a menudo utilizado como mascota es uno de los principales protagonistas en la caza menor en nuestro país.

Mi padre un gran experto en la caza y gestión de este roedor, siempre me transmitió sus emociones y vivencias tras los conejos, pero yo, a pesar de ello, tenía absoluta cegación con los “bichos” grandes y no prestaba mucha atención a la menor.

Pero el tiempo pasa y las cosas cambian, por supuesto que no abandono mi gusto por recechos y monterías, pero poco a poco se ha despertado mi vena conejera, en todas sus modalidades, pero especialmente, el cazarlos con mis podencos en el monte.

Cazar el conejo no es fácil, y como la mayoría de las especies cinegéticas, este pequeño lagomorfo utiliza la noche para salir de sus escondites y alimentarse, ya que en la oscuridad se siente mucho más seguro durante el día y según la meteorología suele estar en su encame o bien podría no haber querido salir y estar en el vivar “cerrado”.

La época estival en la zonas en las que hay abundancia se autoriza el descaste ya que aunque parezca inofensivo, los daños que provoca en la agricultura pueden llegar a ser superlativos.

Pero sin duda mi pasión la ha despertado la caza en la temporada general. El ir en mano con los podencos, y apostarnos en alguna zona elevada del terreno, viendo trabajar los perros, como aceleran el ritmo cuando tocan el rastro caliente y de repente un primer latido que nos avisa de la proximidad del conejo la tensión se siente, y el lance está cerca. En ese momento es cuando el cazador experimentado guarda tranquilidad para poder efectuar un disparo certero y en cambio, los más jóvenes, en muchas ocasiones, nos precipitamos errando el mismo, sin poder recompensar con la captura, el trabajo de los canes. Otras ocasiones los mismos perros, con ese equipo que forman son capaces de, ellos mismo coger el animal, y aún la emoción es mayor.

El aprendizaje en el campo es diario, y como dice el refrán, “para la caza del conejo, cazador cojo y perro viejo”, no faltando razón, ya que es una caza en la que la paciencia y el ir despacio es fundamental para no ir “atropellando” a los conejos, y dejándonoslos atrás. Tampoco es necesario madrugar en exceso, ya que es mejor tener al conejo acamado entre la maleza, que aguantará más nuestra llegada, que no ir al amanecer, que aún este levantado y al sentirnos se cierre en la madriguera.

Como munición en escopeta del calibre 12 utilizo perdigón del 7/8 y 30/32 gramos, no utilizando nunca cartucho dispersante cuando voy con perros, y sí en el descaste sin ellos, llevando choques de 3 o 4 estrellas, en semiautomática, o ambos, en superpuesta o paralela.

Quizá el tiro no sea tan espectacular como el de la perdiz, pero no por ello es nada sencillo, ya que a menudo el conejo te sorprende y apenas da tiempo a apuntarle debido a sus regates entre la maleza cuando va buscando su madriguera, por un camino que conoce a la perfección, haciendo que en muchas ocasiones erremos el disparo.

En definitiva una jornada de caza de conejo con podencos nos deja numerosos y preciosos lances, y eso, sobre todo cuando la astucia del conejo le sirve para salir victorioso, crea una adición que al menos a mí, me ha hecho engancharme y de qué manera a esta modalidad venatoria.

Es cuanto menos curioso como a lo largo y ancho de la península encontramos zonas con plagas de conejos, y en otros lugares estén prácticamente extinguidos debido a las enfermedades creadas como la mixomatosis y la neumonía hemorrágico-vírica.

Hay que recordar que el conejo es la base de alimentación de muchos carnívoros y sería interesante que se invirtiera en la recuperación de este animal en las zonas que escasea, porque de esa forma linces, águilas, zorros y demás depredadores volverían a tener este exquisito manjar, que en los años de postguerra, en nuestro país tanto hambre quitó, y en un futuro no muy lejano, España haciendo honor a su nombre volviera a ser “Tierra de conejos”.

¡VIVA LA CAZA!

Poveda Espinosa para www.territoriocinegetico.com

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